HOY es 8 M
Un día para reivindicar, para alzar la voz, para debatir, para escribir, para convencer, para sonreir, para soñar … pero, ante todo, para pensar en violeta, para ponerse las gafas de color violeta.
Con esas gafas imaginarias podremos tener una visión feminista sobre la realidad que nos rodea. Y por fin advertiremos circunstancias que antes nos pasaban desapercibidas . Nos daremos cuenta de que las mujeres tienen que redoblar esfuerzos para superar techos de cristal — dificultad de la mujer para ascender profesionalmente–, suelos pegajosos — además de los cometidos propios de su profesión, las mujeres tienen que cargar con sus tareas como madre o ama de casa que le impiden desarrollarse profesionalmente de la misma manera que un hombre–, la desigualdad salarial y afrontar retos de corresponsabilidad familiar, armadas únicamente de entusiasmo, conocimiento, inteligencia y mucho coraje.
Por eso, mi llamamiento va dirigido a los hombres, a aquellos que aun miran con recelo el movimiento feminista, y les invito a que se animen a participar en este juego de mirar lo que les rodea desde una perspectiva violeta; a observar a sus amigos o compañeros de trabajo, analizando sus comentarios, muchos de ellos machistas; o a la propia familia, y descubrirán como despues de comer o cenar son las chicas, las más jóvenes, las que se encargan de recoger la mesa, excluyéndose de dicha obligación a los chicos varones. Son ejemplos de micromachismos cotidianos que no solemos advertir.
En un día como hoy es necesario recordar a las mujeres ucranianas, que sufren en sus propias carnes la angustia de una cruenta guerra, la incertidumbre de su presente, la preocupación por sus hijos o sus padres mayores escondidas en sótanos, o huyendo con ellos en brazos, o en su incansable labor en hospitales o empuñando armas. Hoy nuestro pensamiento es para ellas.
Quiero acabar esta reflexión con una gran frase de la poetisa estadounidense Emily Dickinson: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie».